Cecilia Porras Sáenz
El texto de Kinka es una conversación sobre la naturaleza, nosotras, nuestras sutiles raíces. Es una apuesta por la ternura, esa que tiene la hoja de hierba, el canto de un grillo pequeño, la nube que sopla. Es también una mirada crítica al sistema de desecho que habitamos y construimos desde las múltiples formas de ceguera de nuestra especie.
ANTIBIOGRAFÍA
Artista transdisciplinaria mexicano-guatemalteca que se enfoca principalmente en las artes visuales y escénicas para crear diálogos. Me gusta andar en bicicleta, nadar, bailar, danzar, ver películas, escribir, comer elotes, alcachofas, hongos y hierbas.
Kinka
“La naturaleza, los entornos, pueden ser muchas cosas, quien te acompaña desde el nacimiento, quien te regala vida y muerte, noche y mañana”.
Platiqué con Adriana Palencia fundadora de Kinka.(1) Hablamos de la naturaleza que bien puede ser la cotidianidad de lo contemporáneo, el cambio de paradigma, sus consecuencias y el desarrollo de los modos de vida que hemos elegido y aceptado. Los sistemas, ecosistemas, las conexiones que establecemos los seres vivos, en donde a manera de generalidad nos imponemos los seres humanos. Probablemente por eso nombramos las cosas desde nuestra perspectiva de apropiación, hecho el resto de lo vivo para nuestro entretenimiento, placer o desarrollo. Para satisfacer nuestra curiosidad, ilusión de poder y resguardo. Construimos un lenguaje común que determina las ideas, ilustra y reduce lo que existe, limita nuestra percepción. Por ejemplo, la noción de Medio Ambiente.
Adriana me decía que incluso la academia acuñó este concepto como una forma de capitalismo, cuya generalidad es que lo que existe, es para uso humano, se establece como tendencia y termina por ser un discurso vacío. Se nombra como una dimensión alejada de lo que nos sentamos a comer a la mesa, detrás de nuestras paredes de concreto, ausente de nuestras computadoras, de los memes, de los chats. Se presenta nuevamente al encontrar noticias, catástrofes o eventos y premios a personas que son ejemplo de cómo interactuar con la “naturaleza” como si fuera algo aparte de nosotros.
Mi inquietud hace algunos años es la crueldad con la que explotamos a otros seres vivos detrás de un discurso de “nutrición” que esconde egoísmo, narcisismo, antropocentrismo. No me refiero exclusivamente al consumo de carne, sino al sistema establecido para su producción y que desde hace muchas décadas se encuentra escondido al ojo del consumidor, que prefiere no verlo. Toda conversación que incluya detalles sobre el conocimiento de lo que consumimos, suele generar rechazo, más que el hecho mismo. La ceguera permite una vida cómoda.
¿Qué pasa con la “conexión natural” que tenemos con nuestro entorno? Los humanos hemos edificado estructuras y mecanismos que nos protegen de la unión cruda, me refiero a algo así como estar desnudos en la mitad de una selva de noche -cosa que cada vez está más lejos, o más cerca de ocurrir-. De cualquier modo esa selva está en nosotros, en nuestros mecanismos de sobrevivencia y en los momentos extremos o radicales.
¿Qué bloqueos, patrones, discursos y conceptos se instalan en nuestro cerebro para aplazar la incomodidad? ¿Es importante no estar cómodos? Se me ocurre pensar en “La Salvación de lo Bello” de Byung-Chul Han en donde habla de “lo liso” como una característica de nuestro tiempo y en donde conjugan la pantalla del smartphone, las formas de arte digital y la depilación. Habla de la sociedad de la “transparencia” en donde voluntariamente ofrecemos información. Habla de muchas cosas que me parecen anodinas pero que extrañamente están modelando nuestra conciencia.
Se me antoja suponer que una de sus contrapartes es la colectividad. No las redes virtuales sino las colectividades que buscan responder preguntas casi existenciales en conjunto. Una de ellas, sin ánimo de componer agendas, es la naturaleza, nuestro entorno, el revés que inventamos en pequeño para seguirnos viendo en el mundo y en donde la comodidad se aplaza.
Adriana y Andrés, los creadores de Kinka, organizaron hace poco un evento que se llamó “Naturalium”, en donde conjugaron la presencia, la virtualidad, la representación de colectivos de otras latitudes:
El trabajo de colectivizar tiene la puesta en las mujeres, somos quienes tenemos el cuidado y protección común, más relación con la naturaleza; tal vez por eso ha sido feminizada, pareciera que las flores tienen un género. Mi experiencia en Kinka es que se acercan solo mujeres a crear. Es una sorpresa ver a hombres conectando con su cuidado colectivo, interesados en proteger y reparar con su energía femenina, compasión, ternura, amabilidad. Hay una cosa dura en decir que la naturaleza se ve afectada por la acción de los hombres. Hay una sensibilidad que hemos aprendido desde los roles y las violencias que atraviesa todo ser vivo… La noción de “museo” por ejemplo, es una historia viva en donde dejas atrás muchas historias, parecido a la ley del más fuerte que es una idea que proviene de un hombre. Cuando la mujer piensa en la naturaleza habla del mutualismo. No era la ley del más fuerte sino la ayuda mutua en los sistemas naturales para crecer y evolucionar. Hoy percibimos el sistema mundo con ideas escritas desde el patriarcado. El sistema natural se ha documentado de la misma forma en que se ha documentado a las mujeres.
Hablamos de temas de creatividad con el propósito de invitar a las personas creadoras a incorporarse a temas medioambientales, porque es más fácil digerir información medioambiental cuando estás creando. Hay un proceso de sanación y aprendizaje, una apertura amable al actuar en pro del cambio climático o la naturaleza y reparar la relación. Es un proyecto importante. La idea es que las mentes creadoras dejen de trabajar en empresas de consumo que no les motivan y que trabajen en procesos creativos, reparadores, sanadores. En el mundo natural se necesitan todas las manos posibles. Es cansado. Al gobierno, a las empresas, al sector privado, no les interesa. Son tan grandes las problemáticas que no se sabe por dónde empezar. No es sostenible para tu ser mantenerte al tanto de todo lo que ocurre y menos hacerlo de una manera amable. Necesitaba un espacio para hablar de lo que me importa (los mundos naturales), desde las formas creativas. Sentirme renovada y abrazada con los temas. ¿Cuántas especies están en peligro de extinción?, ¿cuánta flora muere cada año? y platicamos de cómo reconectar. Eso sana.
Son muchos los elementos que hacen parte de la fórmula capitalista que no es otra cosa que abuso de poder. Es una tradición humana que no sólo persigue grandes medios para su transformación sino que es la consecuencia de la llana sobrevivencia. Encontrar el punto medio es una tarea de sabias, que no es lo mismo que quedarse a medio del camino. ¿Cómo habitamos el tiempo en esta dimensión y le damos sentido?
La cultura capitalista es sistémica. El mundo natural se ve afectado de un sin fin de formas. Se piensa en el desarrollo como exclusivamente económico, por encima de las muchas formas de evolución. Walmart viene a Guatemala y piensa abrir muchas sucursales, tiene un consumo masivo y explotador. Las inmobiliarias, una vez se quema un territorio, están ahí puestas; así como la ganadería, o los monocultivos. El capitalismo nunca va a permitir que los sistemas naturales estén sanos, los vuelven un recurso y un espacio de consumo. Los parques están dentro de los centros comerciales. Si no tienes agua es porque no tienes capital y no porque reconozcamos su fundamentalidad para la vida. No los vemos como un sistema vivo en donde cohabitan otro montón de seres. Que no veamos la parte microscópica del agua no quiere decir que no exista. Pocas cosas son pensadas para mantenerlas contigo mucho tiempo, las personas hemos cambiado nuestras relaciones sociales como todo lo que consumimos, a donde vamos, nuestros vínculos. Tenemos plásticos en todas partes, es sistémico.
La conexión natural es diversa, inmensa, todo.
En el silencio hay lenguaje. En el micelio.
En todo ese plástico, que resulta ensordecedor.
El origen de la tecnología, las ideas, el tedio, la espera, el montaje, están aquí en todas partes, los edificios son la transformación milenaria de los árboles. El cemento es la transformación milenaria de la tierra, el mineral, carbón, agua. El cerebro humano, catapulta de una extravagante explotación. Tenemos tanto que decir, expresar y demostrar.
Supongo que los términos ternura, radicalidad, etc. Son conceptos creados por el ser humano para comprender su entorno. ¿Qué conceptos provienen de la experiencia pura, incomprensible de la vida?.
Posiblemente no podemos pensarlos, nombrarlos ni explicarlos. ¿Ha cambiado la dinámica de nuestro cuerpo y nuestra mente con el avance de la tecnología?
Hay una dicotomía entre naturaleza y tecnología, no se piensa como una relación simbiótica, no hay tecnología sin naturaleza. Cada correo, puede ser parte del CO2 a nivel global. El territorio en donde se produce impacta, no solo a las personas sino también a los animales. Se ha dado un desbalance total de la población de simios en alguna parte del planeta, pero no lo vemos porque pareciera que la materialización de la tecnología ha pasado por tantos procesos que se desnaturalizó. También hay que cuestionarse, qué es tecnología y considerar las que no son tomadas en cuenta como la biomimesis.
La internet se posiciona como una extensión del espacio público y la serie de relaciones sociales que aunque no son tangibles conectan la corporalidad y el cambio cultural. La digitalización es un mundo hegemónico. Hace un año trabajé con niñas y adolescentes y ellas veían que su cuerpo no era igual a cómo se presentan en las redes sociales. Por otro lado, hay estudios interesantes y preocupantes de cómo los hombres en Asia están comprando robots mujeres para tener sexo. Hay estadísticas sobre cómo comienza el maltrato y cómo la digitalización se traduce en una relación con una mujer real. Cómo transgrede el mundo virtual y se transforma en estas violaciones. En el ángulo positivo la democratización del internet es un acceso a información, comunidad y creación. Los artistas ya no necesitan tener manager para ser visibles. Hay oportunidades para obtener un empleo, hacer cultura, conocer otras regiones y ser parte de comunidades que habitan ahí.
En este sentido habitamos un momento particular, como lo han sido todos. Cada época ha traído consigo una molécula de lo que vivimos hoy y lo que vivimos no necesariamente es lo más paradigmático que hemos experimentado, o si?
¿Desde qué lugar respondemos esa pregunta?
No nos hacemos conscientes, o unas hacemos más consciencia que otras pero todos podemos sentir el calor, la falta de agua, no ver el sol o ver demasiado. El hecho de pensar que no hay futuro, que todo se ha ido a la mierda que no tenemos injerencia en nuestro sistema o mundos, se llama eco ansiedad. Primero les toca a los sistemas naturales, bosques quemándose o cuerpos de agua desapareciendo, estamos constantemente con la idea de que ya viene esa catástrofe o caos para nosotros. No solo vivimos con nuestras emociones, relaciones y nutrición, sino que a nivel regional global todo se está deshaciendo, no hay un mañana. Parece un espacio desesperanzador. No hay mejoría si vives otras condiciones como depresión o ansiedad. Tienes que llegar al fondo para hacerte consciente de algunas cosas y hay que abordarlo como comunidad.
El capitalismo superó las expectativas, trascendió culturalmente cómo nos relacionamos con la vida. El deterioro, la desnaturalización es un resultado del capitalismo. A todo le podemos dar like, se lee poco, se pone poca atención. Eso se refleja en la naturaleza, no solo en el desecho sino en el proceso de crear algo, de dónde viene la materia prima, de donde fue extraída. Los procesos naturales van a conectar con los espacios sociales que se ven afectados. Tu activismo medioambiental si no tiene una postura social únicamente es jardinería. Podemos extraer minerales como sea, quemar bosques para poner palma. Es una forma del capitalismo pensar que todo se puede regenerar miles de veces. Ha logrado trascender nuestra cultura en general.
Son temas inmensos, amplios, infinitos y nuestra capacidad para la acción, para el pensamiento y la creación también lo son, pero estamos distraídas, evasivas. Instagram y Facebook son espacios de publicidad para nosotras mismas y generan un sin fin de intercambios superficiales que abarcan buena parte de nuestro tiempo.
Cerramos esta conversa poniendo el acento en Naturalium, el encuentro de diversos colectivos que se realizó a través de Kinka hace unas semanas en Ciudad de Guatemala.
Las colectivas usualmente fueron de personas que trabajan en el medio natural, biólogas que estudian aves, cocodrilos, tratan de imitar a la población animal de una forma sensible. Me di cuenta de la importancia de los científicos como personas creativas, intercambiamos situaciones que ocurren a nivel regional en nuestros países, cuestionamos quién tiene la potestad de nuestros futuros, cómo podemos diseñarlos. Fue un espacio de respiro porque nos importa lo que sucede con la naturaleza. Necesitaba este espacio para sentirme acompañada porque me estoy cansando de escuchar noticias negativas. Recuperar, escuchar, recargar, acuerpar, cuestionar, crear un futuro que nos invite a habitarle, no sólo las personas, sino los entes sintientes que habitan la naturaleza, es una apuesta a la resistencia, sensible, amable y reparadora.
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1 Kinka es un laboratorio de diseño que trabaja por, para y con la naturaleza.